Aunque parasitismo suele implicar una relación trófica, el parásito también puede obtener otros beneficios del huésped, como protección frente a depredadores o competidores. Además, pueden beneficiarse de cuidados parentales. Los parásitos reproductores, como algunos peces gato africanos de la familia synodontidae, hacen que otros peces cíclidos, que habitualmente incuban sus huevos en la boca, protejan también a los pequeños peces gato junto a sus propias crías. Estos peces, aunque no alimentan a las crías de los sinodontidos, las protegen y defienden frente a otros peces.
Asimismo, puede decirse que un hospedador no siempre nutre al ejemplar que lo parásita, también puede nutrir a sus huevos o crías. De esta manera, la relación más importante puede no ser trófica, aunque estos casos son bastantes aislados.
Por último, es importante decir que los parásitos suelen causar siempre algún perjuicio a su hospedador en mayor o menor grado, si bien a veces es imposible discernir el parasitismo del comensalismo y no faltan ejemplos de parásitismos que a pesar de ser claros agentes patógenos puede producir tener algún efecto positivo sobre el hospedador. Se cree que en esta relación puede evolucionar, a lo largo de muchas generaciones de parásitos y hospedadores, hacia una simbiosis mutuamente beneficiosa (mutualismo).
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